24 de enero de 2011

UNA LEY



El último en ser herrado es un becerro rechoncho al que se ha criado con biberón. Primero se sorprende de que lo empujen sin miramientos fuera de la corraleta en donde ha pasado su corta existencia, y luego se refugia entre las piernas de Manolo, su padre adoptivo.
La ley se comprueba: la herencia genética sin la vida salvaje pronto acarrea la mansedumbre.

Tierras Taurinas, Opus 6


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena entrada, Solymoscas. Me temo que sea también aplicable a las personas humanas. Saludos,
Desperdicios

el chulo dijo...

ley de "fugas"?

Anónimo dijo...

Siempre que ocurre lo mismo pasa igual...

sol y moscas dijo...

Sr. Desperdicios... pues a mí me gustaba más la anterior, la del vudú...

sobre humanos y animales... somos otra cosa...

"Una ballena ve a los hombres", de Antonio Tabucchi

Siempre tan ajetreados, y con largas extremidades que agitan con frecuencia. Y qué poco redondos son, sin la majestuosidad de las formas consumadas y suficientes, pero con una minúscula cabeza móvil en la que parece concentrarse toda su extraña vida. Llegan deslizándose sobre el mar, pero no nadando, como si fueran pájaros, e infieren la muerte con fragilidad y grácil ferocidad. Permanecen largo rato en silencio, pero luego gritan entre ellos con repentina furia, con un galimatías de sonidos que apenas varían y que carecen de la perfección de nuestros sonidos esenciales: reclamo, amor, llanto de duelo. Y qué penoso debe de resultarles amarse: e híspido, casi brusco, inmediato, sin una mullida capa de grasa, favorecido por su naturaleza filiforme que no prevé la heroica dificultad de la unión ni los magníficos y tiernos esfuerzos para conseguirla.

No les gusta el agua, y la temen, y no se entiende por qué vienen tan a menudo. También ellos van bancos, pero no llevan hembras, y se adivina que están en otra parte, pero son siempre invisibles. A veces cantan, pero sólo para ellos, y su canto no es un reclamo sino una forma de lamento desgarrador. Enseguida se cansan, y cuando cae la noche se reclinan sobre las pequeñas islas que los transportan y tal vez se duermen o contemplan la luna. Se alejan deslizándose en silencio y es evidente que están tristes


sr Chulo, un placer tenerle por aquí... sí, una ley de fugas del encastamiento...



Un saludo



Rafael

el chulo dijo...

un placer compartido enigmatico creador!

cuando fuga hay que disparar para matar no? pues!!!!!!